Fue una colisión accidental adrede. Ambos veníamos con la viada de mil caballos furiosos, sedientos, hambrientos, un poco necesitados y muy felices. Nos encontramos en la oscuridad de una mazmorra, rodeados de criaturas famélicas y desalmadas. Entre tinieblas nos dimos un beso, luego dos, luego tres, luego dos mil otros besos, también inconfesables. Era una perfecta desconocida, acentuando en lo perfecta. Nos tomamos de la mano, fuimos a trote por ese universo negro en miniatura, bordeando el abismo, tropezándonos con cuerpos inanimados, huyendo de los escrúpulos, cagándonos en la moderación. La luz no entraba, el agua no fluía, nosotros en llamas, calcinados, medio chamuscados ya. Alguien pateó una puerta de pronto. No sé si fue ella, o yo, o el diablo que llevábamos a cuestas. Estábamos afuera por fin, respirando pero ardiendo aun. La miré por primera vez a los ojos, lo vi todo sin entender nada, casi nada salvo sus deseos, vi sobretodo que se parecían a los míos, solo que c...
Cualquier semejanza con la realidad es tu propio lio.