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Porca Miseria

Sentirse inadecuado, eterno inepto, incompetente sin remedio, defectuoso, con los sobacos sudados y las manos heladas, queriendo mear teniendo sed a la vez, alienado, con grietas profundas en la piel, barely hanging on, con el espíritu sujeto por una cuerdita medio podrida, muy precario todo, con agujeros en el fuselaje, sangrando, echando bilis, lágrimas y rabia, mordiendo todas las manos que dan de comer, todos los cuerpos que dan cariño, pisoteando las flores. Llevando a cuestas el pecado original de toda la humanidad, madre distendida, padre colérico, profesor inflexible, compañero de carpeta patán, perpetradores ignorantes, tóxicos por error, dolores viejos de gente muerta, herencias de sopapos, cocachos y carajos, disfraces de cultura podrida, de educación inútil, de disciplina, respeto, honor, bocas llenas de otras tantas palabras sin ningún significado mas que la necedad. Yo escuchaba solo desdicha.  "I refuse to join any club that would have me for a member" - Grouch

Vendedor de sebo de culebra

Había gente que le llamaba mentiroso, embustero, estafador, charlatan. Para mi era un creador, mas bien un soñador de realidades mas convenientes. El creía en sus mentiras con pasión. Se sumergía en las profundidades oscuras de sus abismos. Iba sin miedo allá donde nadie quería o se atrevía a ir. Habitaba las cavernas existenciales de las utopias que a fuerza de invocarlas se hacían verdades solidas. Tan solidas y tan bien integradas en su retórica obtusa que podía encaramarse en ellas y dejarse pasear como en andas, vociferando a los aires aquellas certezas adquiridas, aquello que por el solo hecho de ser pensado ya cobraba derecho de existencia. Sólo por el poder sugestivo de su narrativa dulce. Solo porque el decidía creer en ello. Una cuestión de fe e ideologías. Una cuestión de dioses, por qué no una forma más de religión. I need you to argue with me to know what I really believe Die gelbe Maske 1910 - Max Pechstein

Lo que acongoja

Nocturne: Blue and Silver – Chelsea (James McNeill Whistler) Hay cosas que acongojan de verdad. Un café frío, o peor aun, café con leche frío en un vaso descartable roñoso en una estación de buses de provincia. Con las congojas hace falta ser preciso. Un paraguas roto clavado en una papelera desfondada. Aquellos candaditos de amor atados inútilmente a los puentes. Las palomas deformes de la plaza. Un anciano esperando jubilarse. Digamos que en general acongojan las esperas, también un poco las esperanzas. El niño que juega a las escondidas y al que los demás olvidaron buscar. Esperando en vano, quietecito detrás de un árbol. ¿Detrás de cuantos árboles esperamos en vano tu y yo? ¿Cuando dejaron los otros niños de buscarnos? tremenda tristeza. Tan predecible e igual tan insignificante. Solitos ahí coleccionando decepciones. Hundidos en la ironía de todo esto. Tu, yo, el niño y todos. Como al pajero que no se le para, como al putañero que se enamora, como al bebe que rehusa la teta, los c

Despellejado

Der arme Poet (Carl Spitzweg) Esto que tenemos fue siempre decir una cosa y hacer lo que se nos da la gana, una fatamorgana trémula, tocarse la mano sin querer queriendo, como quien dice pásame la sal, y seguir tomados de la mano por el caminito, mirarnos y pensar, ay que cosas, entre tanto ronroneando, carita tibia, sonrisa chinita, con el sol en los párpados, quien sabe felices por un instante. Así como quien dice, por ahora.  Esto que tenemos es desenmadejar el entuerto. Desvestir a la muñeca, un abrazo, miradas y risas, un adolescente excitado, un viejo impotente, tomarnos y soltarnos, a veces silenciosos, a veces con escándalo, a veces distendidos, a veces en llamas, a veces solo tibios, siempre distraídos.  Me arrime a ti como un gato huérfano, algo tuerto y pulgoso, estabas tan cerca y tan inalcanzable. A veces me dabas un poco de tu piel, como a quien se le cae una migaja del plato. Te imaginaba confundida, centinela de virtudes, armada de tu ilusión de control. Te imaginaba de

Ego

Ella solo quería estar contigo, cara limpia, mirada fija, palabras honestas, sin puertas traseras, sin gavetas escondidas, sin esquinas filosas, sin embustes. Te quería por quien eras, por esa persona que ni siquiera tu sabias que eras. Tu estabas muerto de hambre, carente, famélico, quizás también adolorido. Ella no tenia ningún interes en admirarte, tampoco en necesitarte, si en quererte, quererte bien y quererte mucho. Tu ego decorado de desapego huraño le importaba un bledo, también toda tu puta vida cuidadosamente distendida, casual y prefabricada, te creías tan listo y ibas tan de sofisticado que tenías todo cubierto de pretensiosa caca, tus logros, tu pose de liberado, tus calcetines de colores, tus teorías necias. Los episodios más bellos de aquella relación fueron para ti los de devoción, ahí cuando volabas por los aires. Los momentos bellos eran otros, cuando te encontrabas a solas con esa criatura maravillosa que era ella, demasiado maravillosa para ti, cuando con cariño te

Mujeres con gato

Me persiguen las mujeres con gatos. Es cierto que a veces soy yo quien las persigue a ellas. El tema es que nos atraemos mutuamente y no me gusta. Tampoco me gustan los gatos, ni tener que admitir todo esto, pero me da mas flojera pretender negarlo. Prefiero, como siempre huir hacia adelante y decirlo como es. Porque uno esta tranquilo y feliz, distraído con un libro, bebiendo algo frío, fumando un cigarro, y el bar esta lleno de caritas iluminadas, de sonrisas amplias, y siempre esta esa cara medio tristona, medio ofuscada, con una arruguita, no de risa sino de fruncida crónica, y podría fijarme en todas aquellas bellas almas blancas pero no soy así, y voy y me fijo en aquella que sufre, en la mujer con gato, en la borderline, en la creativa atormentada, en la arquitecta siniestra, en la actriz sin fama, en la passive aggressive, en la loca de mierda. Y todo quedaría ahí si no fuera porque ellas también se fijan en mi, y en la negrura de mi espíritu. Y aspiro a la utopia ridícula del

Urgencias

Fue una colisión accidental adrede. Ambos veníamos con la viada de mil caballos furiosos, sedientos, hambrientos, un poco necesitados y muy felices. Nos encontramos en la oscuridad de una mazmorra, rodeados de criaturas famélicas y desalmadas. Entre tinieblas nos dimos un beso, luego dos, luego tres, luego dos mil otros besos, también inconfesables. Era una perfecta desconocida, acentuando en lo perfecta. Nos tomamos de la mano, fuimos a trote por ese universo negro en miniatura, bordeando el abismo, tropezándonos con cuerpos inanimados, huyendo de los escrúpulos, cagándonos en la moderación. La luz no entraba, el agua no fluía, nosotros en llamas, calcinados, medio chamuscados ya. Alguien pateó una puerta de pronto. No sé si fue ella, o yo, o el diablo que llevábamos a cuestas. Estábamos afuera por fin, respirando pero ardiendo aun. La miré por primera vez a los ojos, lo vi todo sin entender nada, casi nada salvo sus deseos, vi sobretodo que se parecían a los míos, solo que c