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Mujeres con gato

Me persiguen las mujeres con gatos. Es cierto que a veces soy yo quien las persigue a ellas. El tema es que nos atraemos mutuamente y no me gusta. Tampoco me gustan los gatos, ni tener que admitir todo esto, pero me da mas flojera pretender negarlo. Prefiero, como siempre huir hacia adelante y decirlo como es. Porque uno esta tranquilo y feliz, distraído con un libro, bebiendo algo frío, fumando un cigarro, y el bar esta lleno de caritas iluminadas, de sonrisas amplias, y siempre esta esa cara medio tristona, medio ofuscada, con una arruguita, no de risa sino de fruncida crónica, y podría fijarme en todas aquellas bellas almas blancas pero no soy así, y voy y me fijo en aquella que sufre, en la mujer con gato, en la borderline, en la creativa atormentada, en la arquitecta siniestra, en la actriz sin fama, en la passive aggressive, en la loca de mierda. Y todo quedaría ahí si no fuera porque ellas también se fijan en mi, y en la negrura de mi espíritu. Y aspiro a la utopia ridícula del igual a igual, del equilibrio y la autonomía, pero claro, de boca para fuera, queriendo ser el que tiene la sartén por el mango, controlando sin control, no tanto por la vanidad de la admiración, sino porque me detesto cuando me entrego. Cuando ya no hay nada mas que pensar en ella y en su cochino gato. Ay que bodrio.



Dmitry Zhilinsky: Summer. The artists Olga and Yuri Ivanov (1976)

Comentarios

  1. A veces lo único que queda adonde poder mirar es a la negrura del espíritu.

    Besos.

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