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Mostrando las entradas etiquetadas como arrepentimiento

Relativo

El hombre era un cansino. Ella sabía que años atrás, antes de los años gastados, antes de las patas de gallo, antes de la almohada fría, antes de las canas, antes de los calores y sobretodo, antes de confusión, le hubiera llamado un cansino, y en efecto, el hombre era un pesado, pero los tiempos eran otros, así que prefería llamarle intenso, con una capita de tedioso apenas tolerable, o mas bien muy intolerable, lo veía, sentía su abrazos de pulpo, sus besos babosos, la lengüita de reptil, se sentía querida, mas bien deseada, un poco ultrajada, y eso era lo que había deseado, o era otra cosa, lo cierto es que ya no se acordaba de lo que quería, por eso le seguía el juego, porque se había aburrido de asomarse tristona desde la ventana de casona vacía que era su cuerpo, y se intentaba persuadir que estaba feliz, mas bien satisfecha, mas bien a duras penas aguantando, y pensaba que quería querer, y deseaba desear pero no se convencía, y no sabía si era su felicidad la que no la convencía...

Tenía sus cositas

Tenía la capacidad de eludir el presente a su entera discreción. De irse, perderse, dejar a todos en media conversación, con sus problemas poco impresionantes, con sus viditas siempre un pasito por detrás del modelo, con sus bodrios, con sus sentimientos, sus incapacidades e ideales patéticos. Sus amigos, los pocos que se aventuraban a las arenas movedizas que le rodeaban, lo conocían bien, algunos hasta conocían su historia. Algunos preferían callar con respeto, otros le admiraban. Otra gente, los pusilánimes sobretodo, optaban por incomodarse, por sentirse intimidados, por llamarle soberbio, por sacar al sol las inseguridades y enredarlas en sus cabellos cenizos. El se liberaba con un movimiento discreto, la indiferencia era su don. Prefería abstraerse. Un momento estaba ahí, segundos mas tarde, fijaba su mirada en un objeto, un poster en la pared, en su bebida, una planta mustia en una esquina, se ponía los audífonos, sacaba un libro, una libreta, un bolígrafo, se convertía en ...

Inundación

y querías llevar el asunto de forma decorosa, ordenada, muy limpita, con la calma de mujer adulta que te habías asignado, solo que el tenía otros planes, porque el señor era intenso, avasallador, medio fuerza de la naturaleza. Se apareció un día y te inundó la vida. Un temporal de agua tibia, la pecera volteada, los muebles rotos, el frigorífico abierto. Te dejó mal, peor de lo que estabas al comenzar, y te despertaste al día siguiente del día aquel que duró todo un mes, y tenias una resaca rarísima, y te pusiste a ordenar pero no sabías como ni donde comenzar, así que decidiste dejar todo así e irte al bar a tomar un cafe. El camarero dijo que la maquina se había estropeado, por eso (solo por eso) te pediste un vino, y luego otro, y otro más, y te terminaste una botella entera, y un chupito que te regaló el camarero tan bueno. Te bebiste todo no por necesidad sino porque la conversación estaba entretenida, y porque te preguntaba exacto lo que tenia que preguntar, y porque inclinaba l...

Lagarto

gustave courbet the man made made by fear Pasas las páginas de la vida, leyéndote solo los titulares, lo subrayadito, te saltas las canciones, directo al coro, vives  insatisfecho, con comezón, con la comida sin sal, con la cerveza tibia, el viento en contra, pisando caca, con ansiedad, con tu jeta de lagarto sonriente, con el alma reseca, las manos cuarteadas, azuladas, las pupilas tristes. De vez en cuando te cortas las uñas pero siempre te vuelven a crecer y te arañas y te hieres y hieres a otros, y te duele el dolor, el tuyo y ajeno. Luego viene otro, mas grandote, mas bravo y sobretodo con un cabreo más grande que el tuyo, viene y te parte el hocico. Y conversas suavecito, con mucha maña, dándotelas de interesante, y el gustito te dura tan poco, porque las miradas no te admiran, porque las palabras que escuchas no te acarician el ego, porque el puto invierno demoró demasiado en irse y puto calor no te dio tiempo de cambiar de piel. Carajo, no hay respeto. W...

Farsante

Era guapa. Mas guapa que en las fotos (las fotos esas en las que siempre encontrabas algún detalle con que inferiorizarla. Esa incapacidad tuya de estar a la misma altura con la gente. Ese afan de querer subirte encima de todos, porque desde las alturas todo se veía todo mejor, pensabas tu, porque desde las alturas la caída era más dura, pensaba ella). Esa sería la primera de las sorpresas que te llevarías. Porque aquel día (tienes que admitirlo) todo te tomo por sorpresa. Te la imaginaste de mil maneras, con todo tu mundo y tu supuesto conocimiento de gente habías hecho un mapa de su personalidad. No contabas con que su mundo era mas grande que el tuyo y que ella en particular tenía el talento para ser todo (absolutamente todo) lo que tu no te imaginabas, vaya contrasuelazos que te diste aquel día. Uf que magullado quedaste. Y el problema no era ella con su belleza sino tu con tu falsa voluntad. Con eso de andar vociferando babosadas que ni tu mismo creías. Tu y tus proclamaciones b...

Nuestra heroína

Te gustó por muchos motivos, pero sobretodo porque tenía esa sobredosis de personalidad que apisonaba a cada blandengue que se le ponía delante. Incluido tu (y toda tu predictibilidad). Como el día que en pleno bus repleto de gente se le ocurrió comerse una naranjota cojonuda a zarpazos (y respectivo derrame de líquidos). La adoraste por eso, también porque por esos tiempos andabas rodeándote de lagartos que aparentaban mucho mundo y que (entre tanto) no dejaban de cagarse en los pantalones. Pensabas que era lo más autentico que habías conocido nunca pero no se lo decías porque sabías que te daría una hostia. Llevaba un vestidito color rojo sangre con bobos. Tenía la piel blanca como el papel y el cabello muy mal cuidado. En verano andaba siempre en chanclas (como para no desentonar con todas sus osadías). Tenia peinado de hombre y voz áspera. Guapa no era. Si muy atractiva. Coincidimos en ello aquella vez que la esperamos en vano. No se olvidó de la c...

Retrospectiva

Escribo de prisa por miedo a olvidar. Me atropello, olvido palabras, garabatos a luz tenue. Adormecido, con tu olor aun en la piel, con el sudor seco en la espalda, con calor pelmazo, alucinado y un poco triste también. Hemos esperado tanto que ahora ya nada tiene el sentido que merece. Un gusto lánguido. Nuestro unfinished business. Sabemos que ésta debió ser nuestra historia. No la historia alternativa que es la realidad. Que todo debió haber ocurrido hace mucho, en esos años que anduvimos juntos, de aquí para alla en amistad tímida, cuando comentábamos temas robustos y guardábamos silencio a falta de mejor. En uno de esos paseos sin rumbo escapando de la ciudad grotesca. O en aquella noche de baile, de borrachera y media, cuando te dejé en tu puerta y me dijiste que te ayude a abrirla. Eras torpe para insinuarte y yo tímido para ponerme a la altura. Te hiciste platónica entre tanta inocencia. Aparecieron distracciones. Las oportunidades se cansaron de presentarse. Nunca v...

Selfie de pies

 Scott Kahn - Resting Waiting Me di cuenta que era solitaria cuando descubrí esa foto pegada al espejo de su tocador. Ella se alistaba en el baño. Ibamos a salir no sé adonde. Yo la esperaba observando todo. Casi buscando coincidencias entre ambos. De más decir que ya todo aquello se iba por el desfiladero de la desazón. En la foto se veían solo sus pies descalzos. Pálidos y huesudos sobre una alfombra persa. Era una toma furtiva, oscura, sin aspiraciones, como probando la cámara. Supe que su soledad era clandestina y haber descubierto ese detalle era para mi como compartir un secreto bonito e insignificante. Quizás yo también alguna vez había hecho fotos de mis pies. En algún momento de levedad aburrida, como cuando las circunstancias no están a la altura del momento. Al salir del baño me miró intentando sonreír. Yo vi la consternación y supe que había invadido su lugar. Que venía a expulsarme para siempre. Don't get me wrong if I come and go like ...

No me digas tu nombre

Seated woman with bent knee 1917 - Egon Schiele Porque te veo bien. Y eres  linda  y sonríes, y noto, créeme que noto que le estás poniendo ganas al momento, que estás aquí, enteramente conmigo, y yo también estoy aquí contigo, solo que sin nombre,  aun. Y créeme que noto que te intereso, y por eso te pido que no me digas como te llamas, porque no quiero olvidarme y porque sé, estoy convencido que lo olvidare y no quiero olvidarme de ti, ni de nada tuyo.  Y es que  aunque reconozca todo esto que veo, lo cierto es que no me interesas, es decir, no me interesas aun. Y es así de drástico todo en esta selva, porque lo que no interesa se olvida y por eso prefiero que me converses un poquito mas, así, tan bonito como hasta ahora, sigue así y yo te prometo que no me olvido de ti, ni de tu nombre que debe ser así de lindo como tu, pero por ahora, simple y llanamente demasiado prematuro. Por eso, háblame más y ya verás como a tu rostro poco a poco se le borra...