Era guapa. Mas guapa que en las fotos (las fotos esas en las que siempre encontrabas algún detalle con que inferiorizarla. Esa incapacidad tuya de estar a la misma altura con la gente. Ese afan de querer subirte encima de todos, porque desde las alturas todo se veía todo mejor, pensabas tu, porque desde las alturas la caída era más dura, pensaba ella). Esa sería la primera de las sorpresas que te llevarías. Porque aquel día (tienes que admitirlo) todo te tomo por sorpresa. Te la imaginaste de mil maneras, con todo tu mundo y tu supuesto conocimiento de gente habías hecho un mapa de su personalidad. No contabas con que su mundo era mas grande que el tuyo y que ella en particular tenía el talento para ser todo (absolutamente todo) lo que tu no te imaginabas, vaya contrasuelazos que te diste aquel día. Uf que magullado quedaste. Y el problema no era ella con su belleza sino tu con tu falsa voluntad. Con eso de andar vociferando babosadas que ni tu mismo creías. Tu y tus proclamaciones b
Cualquier semejanza con la realidad es tu propio lio.