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Mostrando las entradas etiquetadas como Camarero...una copa de amor en las rocas y dos aspirinas

Urgencias

Fue una colisión accidental adrede. Ambos veníamos con la viada de mil caballos furiosos, sedientos, hambrientos, un poco necesitados y muy felices. Nos encontramos en la oscuridad de una mazmorra, rodeados de criaturas famélicas y desalmadas. Entre tinieblas nos dimos un beso, luego dos, luego tres, luego dos mil otros besos, también inconfesables. Era una perfecta desconocida, acentuando en lo perfecta. Nos tomamos de la mano, fuimos a trote por ese universo negro en miniatura, bordeando el abismo, tropezándonos con cuerpos inanimados, huyendo de los escrúpulos, cagándonos en la moderación. La luz no entraba, el agua no fluía, nosotros en llamas, calcinados, medio chamuscados ya. Alguien pateó una puerta de pronto. No sé si fue ella, o yo, o el diablo que llevábamos a cuestas. Estábamos afuera por fin, respirando pero ardiendo aun. La miré por primera vez a los ojos, lo vi todo sin entender nada, casi nada salvo sus deseos, vi sobretodo que se parecían a los míos, solo que c

Relativo

El hombre era un cansino. Ella sabía que años atrás, antes de los años gastados, antes de las patas de gallo, antes de la almohada fría, antes de las canas, antes de los calores y sobretodo, antes de confusión, le hubiera llamado un cansino, y en efecto, el hombre era un pesado, pero los tiempos eran otros, así que prefería llamarle intenso, con una capita de tedioso apenas tolerable, o mas bien muy intolerable, lo veía, sentía su abrazos de pulpo, sus besos babosos, la lengüita de reptil, se sentía querida, mas bien deseada, un poco ultrajada, y eso era lo que había deseado, o era otra cosa, lo cierto es que ya no se acordaba de lo que quería, por eso le seguía el juego, porque se había aburrido de asomarse tristona desde la ventana de casona vacía que era su cuerpo, y se intentaba persuadir que estaba feliz, mas bien satisfecha, mas bien a duras penas aguantando, y pensaba que quería querer, y deseaba desear pero no se convencía, y no sabía si era su felicidad la que no la convencía

Inundación

y querías llevar el asunto de forma decorosa, ordenada, muy limpita, con la calma de mujer adulta que te habías asignado, solo que el tenía otros planes, porque el señor era intenso, avasallador, medio fuerza de la naturaleza. Se apareció un día y te inundó la vida. Un temporal de agua tibia, la pecera volteada, los muebles rotos, el frigorífico abierto. Te dejó mal, peor de lo que estabas al comenzar, y te despertaste al día siguiente del día aquel que duró todo un mes, y tenias una resaca rarísima, y te pusiste a ordenar pero no sabías como ni donde comenzar, así que decidiste dejar todo así e irte al bar a tomar un cafe. El camarero dijo que la maquina se había estropeado, por eso (solo por eso) te pediste un vino, y luego otro, y otro más, y te terminaste una botella entera, y un chupito que te regaló el camarero tan bueno. Te bebiste todo no por necesidad sino porque la conversación estaba entretenida, y porque te preguntaba exacto lo que tenia que preguntar, y porque inclinaba l