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Mostrando las entradas etiquetadas como miedos

Relativo

El hombre era un cansino. Ella sabía que años atrás, antes de los años gastados, antes de las patas de gallo, antes de la almohada fría, antes de las canas, antes de los calores y sobretodo, antes de confusión, le hubiera llamado un cansino, y en efecto, el hombre era un pesado, pero los tiempos eran otros, así que prefería llamarle intenso, con una capita de tedioso apenas tolerable, o mas bien muy intolerable, lo veía, sentía su abrazos de pulpo, sus besos babosos, la lengüita de reptil, se sentía querida, mas bien deseada, un poco ultrajada, y eso era lo que había deseado, o era otra cosa, lo cierto es que ya no se acordaba de lo que quería, por eso le seguía el juego, porque se había aburrido de asomarse tristona desde la ventana de casona vacía que era su cuerpo, y se intentaba persuadir que estaba feliz, mas bien satisfecha, mas bien a duras penas aguantando, y pensaba que quería querer, y deseaba desear pero no se convencía, y no sabía si era su felicidad la que no la convencía...

Zozobra

Te estaba esperando viejo amigo, compañero de mil batallas, flagelador de marras, oportunista, saboteador de mierda. Como cada mañana vienes fresco, libre, con aire de novedad, con cara de interesante pero con tufo podrido. Te recibo con un abrazo igual. Apareces entre desayuno y merienda, con la familiaridad de las emociones dulces, de lo bueno conocido, con una sonrisa impostora, lleno de espinas, pesado, cansino, sin inspiración. A veces logro ignorarte, porque me embeleso viviendo o porque el sol me ciega, y te disipas en silencio, te retiras por la puerta trasera, muy cobarde siempre. Pero yo sé que sigues merodeando por ahí, en el altillo de la conciencia, medio soñoliento, solitario, encerrado con tus propias ansias, mas bien medio paranoico. Y logramos relajarnos, juntos pero separados, y parece que la convivencia puede ser pacifica, pero uno se equivoca, uno peca de optimista. Porque estás tan aburrido de ser quien eres que vuelves a molestarme, como cuando quiero dormir,...

Visceral

Franz Lerch - Mädchen mit Hut (1929) Le pregunté como había dormido. Me contesto que había tenido un sueño triste. Me giré y pretendí que dormía. Conocía ese sueño triste porque había estado en el. Ibamos por la calle, de la mano, había sol y había nubes, aire adverso, caprichoso, por momentos frío,  por momentos caliente, rayos de sol cegando la vista, hablábamos de trivialidades, de compras, pagos, calendarios que nunca dejaban de adelantarse a nuestros pasos. Le pregunté si pensaba en el. La pregunta entró de contrabando, entre las patatas y el pan. Ella la entendió y no contesto, pero en cambio puso una cara dificilísima de interpretar, algo entre pena, cansancio y melancolía, con una pizca de desprecio para mi y otra de ilusión para el. Conocía ese pensamiento porque también había estado en el. Así como estoy en este sueño triste, en esta cama enorme y medio sucia, fingiendo dormir pero soñando que los sueños se acababan. Your toes in the dirt And the cha...

Lagarto

gustave courbet the man made made by fear Pasas las páginas de la vida, leyéndote solo los titulares, lo subrayadito, te saltas las canciones, directo al coro, vives  insatisfecho, con comezón, con la comida sin sal, con la cerveza tibia, el viento en contra, pisando caca, con ansiedad, con tu jeta de lagarto sonriente, con el alma reseca, las manos cuarteadas, azuladas, las pupilas tristes. De vez en cuando te cortas las uñas pero siempre te vuelven a crecer y te arañas y te hieres y hieres a otros, y te duele el dolor, el tuyo y ajeno. Luego viene otro, mas grandote, mas bravo y sobretodo con un cabreo más grande que el tuyo, viene y te parte el hocico. Y conversas suavecito, con mucha maña, dándotelas de interesante, y el gustito te dura tan poco, porque las miradas no te admiran, porque las palabras que escuchas no te acarician el ego, porque el puto invierno demoró demasiado en irse y puto calor no te dio tiempo de cambiar de piel. Carajo, no hay respeto. W...

El fulano

El silencio no era lo suyo, tampoco el escándalo. Lo suyo era un eterno zumbido y una  tremenda  tendencia a evadir todo tema espinoso. Por hablar y no decir. Que se me poncho la bici, que lo complicado  de  encontrar filete de atún fresco hoy por hoy caray, que las vacaciones tan lejanas aun, que  los  zapatos de calidad, la pelusa de ombligo, la cena de esta noche, y por supuesto el clima. Yo detectaba un temor al silencio, a mirar a los ojos, a pronunciarse, a cuestionar, a chocar, a emocionare, a colorear fuera de las lineas, a hacer barricada en una esquina y defender territorio con mordiscos y zarpazos, a rasgar piel, a sacar sangre, a la fiebre y el sudor frío. Lo suyo era una sopita caliente, sweater de lana mullida, fraternidad con los míos, yerno ideal, tedioso, sobrio, competente, el peso enorme de la condescendencia, del honor, el amor a la patria, la fe en Dios (a mi madre se le respeta carajo). Muchos jamases y lo a...